Más o menos había pensado lo que íbamos a hacer para que Lucy pudiera ir al concierto.
El concierto era a las 20.30, así que teníamos poco tiempo para planear la salida. Después de comprar la entrada acompañé a Lucy hasta la puerta de su casa. En verdad la acompañé porque me pillaba de camino de vuelta a casa.
J: ¡Hasta mañana, Lucy! -exclamé.
L: Hasta...mañana. -suspiró Lucy.
No podía creerlo. Tenía una maldita entrada para ver en directo a los cuatro chicos más fantásticos del mundo. En vivo y en directo, a pocos metros de mí.
Llegué a mi casa.
La vieja radio de mi madre estaba sonando. Escuchando la misma novela de siempre.
A todo esto, mi madre aún no sabía nada del concierto. Decidí decírselo.
J: Mamá, verás...The Beatles dan un concierto...en la ciudad...y...-intenté explicarle.
No me hizo caso.
J: Bueno, no me esperes mañana para comer.
Subí a mi cuarto. Y como siempre, me aislé de todo el planeta. Cogí mi guitarra, y me quedé tocando hasta tarde.
A la mañana siguiente fuí a casa de Lucy.
Llamé a su puerta. Su madre abrió.
Madre: ¡Hola! Tu debes de ser la nueva amiga de Lucy ¿verdad? -dijo con una gran sonrisa en la cara.
J: Muy buenas, sí..bueno..eso debe ser. ¿Está Lucy?
M: Adelante, pasa. Ella está arriba, en su cuarto.
Subí.
Lucy tenía una casa totalmente distinta a la mía. Más hogareña. Más...familiar.
Me recibió en su cuarto.
Era fantástico. Estaba empapelado de recortes de revistas con fotos de The Beatles. Con una vieja foto suya de cuando tenía 5 años vestida como Audrey Hepburn en Desayuno con Diamantes.
En una esquina tenía un pequeño tocador con un gran espejo. ¡Qué vintage!
J: Buenos días, Lucy! -le dije mientras le daba un abrazo.
L: Preocupada Jannie, no puedo más..¡VOY A EXPLOTAR!..¿Has pensado algo? -me dijo con un tono preocupante.
J: Tranquila, lo tengo todo pensado. Esta noche, a las 8.00 te paso a buscar bajo tu ventana.
L: Y...y..¿y yo?¿qué hago?
J: Tan solo tienes que fingir que estás enferma. Que te vas pronto a la cama y que quieres estar sola, sin que te moleste nadie. Entonces, es cuando pasaremos a la acción.
Este plan era un poco complicado. ¿En qué cabeza cabe que baje una persona desde un segundo piso por un árbol hasta el suelo? Solamente a mí, la gran Jannie Lane, experta en escapar del mundo que me rodea.
L: V..vale. Está bien pero ¿y mis padres?. -preguntó.
J: Ese es el plan. No van a molestarte para nada.-contesté con total seguridad.
Se hizo la hora de comer.
J: Vamos, te invito a comer al centro. -dije.
L: Ok, entonces...que sea lo que The Beatles quieran...-suspiró saliendo de su habitación.
Fuimos a comer a un Fish&Chips nuevo que habían abierto en el centro de la ciudad. El reloj iba avanzando. Al terminar, cada una nos fuimos a nuestras respectivas casas, pero Lucy se detuvo ansiosa ante un escaparate de confitería donde unos dulces y recién hechos croissants se sobresalían de aquel escaparate y entró de inmediato a comprarselos. Dentro había una cola tremenda.
Mientras, yo me quedé fuera esperando. Me encendí un cigarro.
Lucy salió. Y volvimos a casa.
Ahora tan solo quedaba esperar la hora exacta para comenzar nuestra fuga.
Nuestra fuga hacia el paraíso.
El concierto era a las 20.30, así que teníamos poco tiempo para planear la salida. Después de comprar la entrada acompañé a Lucy hasta la puerta de su casa. En verdad la acompañé porque me pillaba de camino de vuelta a casa.
J: ¡Hasta mañana, Lucy! -exclamé.
L: Hasta...mañana. -suspiró Lucy.
No podía creerlo. Tenía una maldita entrada para ver en directo a los cuatro chicos más fantásticos del mundo. En vivo y en directo, a pocos metros de mí.
Llegué a mi casa.
La vieja radio de mi madre estaba sonando. Escuchando la misma novela de siempre.
A todo esto, mi madre aún no sabía nada del concierto. Decidí decírselo.
J: Mamá, verás...The Beatles dan un concierto...en la ciudad...y...-intenté explicarle.
No me hizo caso.
J: Bueno, no me esperes mañana para comer.
Subí a mi cuarto. Y como siempre, me aislé de todo el planeta. Cogí mi guitarra, y me quedé tocando hasta tarde.
A la mañana siguiente fuí a casa de Lucy.
Llamé a su puerta. Su madre abrió.
Madre: ¡Hola! Tu debes de ser la nueva amiga de Lucy ¿verdad? -dijo con una gran sonrisa en la cara.
J: Muy buenas, sí..bueno..eso debe ser. ¿Está Lucy?
M: Adelante, pasa. Ella está arriba, en su cuarto.
Subí.
Lucy tenía una casa totalmente distinta a la mía. Más hogareña. Más...familiar.
Me recibió en su cuarto.
Era fantástico. Estaba empapelado de recortes de revistas con fotos de The Beatles. Con una vieja foto suya de cuando tenía 5 años vestida como Audrey Hepburn en Desayuno con Diamantes.
En una esquina tenía un pequeño tocador con un gran espejo. ¡Qué vintage!
J: Buenos días, Lucy! -le dije mientras le daba un abrazo.
L: Preocupada Jannie, no puedo más..¡VOY A EXPLOTAR!..¿Has pensado algo? -me dijo con un tono preocupante.
J: Tranquila, lo tengo todo pensado. Esta noche, a las 8.00 te paso a buscar bajo tu ventana.
L: Y...y..¿y yo?¿qué hago?
J: Tan solo tienes que fingir que estás enferma. Que te vas pronto a la cama y que quieres estar sola, sin que te moleste nadie. Entonces, es cuando pasaremos a la acción.
Este plan era un poco complicado. ¿En qué cabeza cabe que baje una persona desde un segundo piso por un árbol hasta el suelo? Solamente a mí, la gran Jannie Lane, experta en escapar del mundo que me rodea.
L: V..vale. Está bien pero ¿y mis padres?. -preguntó.
J: Ese es el plan. No van a molestarte para nada.-contesté con total seguridad.
Se hizo la hora de comer.
J: Vamos, te invito a comer al centro. -dije.
L: Ok, entonces...que sea lo que The Beatles quieran...-suspiró saliendo de su habitación.
Fuimos a comer a un Fish&Chips nuevo que habían abierto en el centro de la ciudad. El reloj iba avanzando. Al terminar, cada una nos fuimos a nuestras respectivas casas, pero Lucy se detuvo ansiosa ante un escaparate de confitería donde unos dulces y recién hechos croissants se sobresalían de aquel escaparate y entró de inmediato a comprarselos. Dentro había una cola tremenda.
Mientras, yo me quedé fuera esperando. Me encendí un cigarro.
Lucy salió. Y volvimos a casa.
Ahora tan solo quedaba esperar la hora exacta para comenzar nuestra fuga.
Nuestra fuga hacia el paraíso.