18 de enero de 2015

Capítulo 7. You've Really Got A Hold On Me.

La semana pasó rápidamente. Pronto volvió el lunes y con ello, otra nueva semana de clases. 

Lunes por la mañana. Me despierto y bajo a la cocina a prepararme el desayuno. Un buen tazón de leche con cereales y un zumo de naranja.
Después, subo a mi habitación, me visto y me preparo para ir a clases.

Era estudiante de periodismo. Desde muy pequeña soñaba con ser una gran y famosa periodista en mi país y en el mundo. 

Cogí mi mochila y me marché.

Llegué a la universidad y me dirigí hacia mi correspondiente clase. Junto a las taquillas estaba Lilly hablando con unas viejas amigas mientras sacaba su material. Me acerqué a ella.

J: todavía en shock por el concierto ¿no? -le dije.
L: ¡Jannie, hola! -me sonrió.
J: venga, entremos en clase.

Las primeras clases finalizaron y pronto vino la hora de descanso.
Me fui directa a la cafetería. Me senté en una gran mesa, donde no había nadie. Mientras me comía una napolitana de chocolate y un café con leche, saqué un libro de mi mochila, que todavía no había terminado de leer.
Miré a lo lejos, y vi a Lucy y a Lilly juntas riendo. Desde que se conocieron en el concierto de The Beatles, se habían hecho muy amigas e inseparables. 

Lilly era un año menor que Lucy y yo, asi que no iba al mismo curso que nosotras.
Las vi llegar, sonriendo, y se sentaron conmigo.

Li: por fin te encontramos, te hemos buscado por toda la facultad.
Lu: sí, es verdad. -añadió ella.

Ellas sacaron su comida mientras yo continuaba leyendo mi libro.

De repente, todo el mundo se giró hacia la puerta principal, donde se oía un tremendo ruido. 
Era Katherine Gibbs. La chica más popular, más guapa y más idiota de toda la universidad.
Sus tacones resonaban en todo el salón, hasta que ella, junto a sus perritos falderos, o sea, sus inseparables "amigas", llegaron hasta su mesa.

J: Me voy chicas. No aguanto tanta idiotez alrededor mía.

Recogí mis cosas. 

Al momento, sentí una sensación extraña. Me sentía como si fuera el centro de atención en ese mismo momento. Y así era.
Desvié la mirada, disimuladamente, hacia la mesa de las animadoras, donde se oían unas risitas mientras Katherine Gibbs me miraba de una forma muy descarada. 

Me hice la despistada. Quería salir de allí enseguida.
Cuando me disponía a salir, se oyó un grito.

Mira que eres estúpida, que ni tu papaíto no te deja salir de casa. No tienes vida.”

Eso fué la gota que colmó el vaso. Katherine se estaba metiendo con Lucy. Delante de toda la universidad. No, no podía permitirlo.

Volví corriendo hacia donde estaban ellas. Lilly intentaba llevar la situación, agarrando del brazo a Lucy. Iba a llorar, su cara y sus ojos lo decían.

J: ¿por qué no te metes con los de tu coeficiente intelectual, Katherine? Déjala en paz, venga.
K: mira a quien tenemos aquí, si es la tan famosa Jannie Lane...-dijo con cierto rentintín en la voz.
J: sí, soy yo. Y ahora si nos disculpas, las chicas y yo tenemos cosas que hacer.-dije mientras intentaba que Lucy y Lilly salieran de allí.
K: ¿tan pronto te vas? Ahora que empezaba lo mejor.
J: ¿lo mejor? ¿A que te refieres?
K: Lo mejor de decirte que dejes de mirar a mi chico.-dijo enfadándose.
J: ¿tu chico? ¡Si ni siquiera sé quien es! Y tampoco voy mirando a todos los chicos que pasan por mi lado. 
K: Claro, entonces seguro que eres lesbiana ¡por eso no miras a los chicos! Y si, mi chico es Dylan. 
J: ¡No soy lesbiana!
K: Marimacho
J: ¡Imbécil!
K: Idiota. 
J: ¿Tú no tienes neuronas o qué?

Aquello parecía más una pelea de animales salvajes, donde yo era un gatito aterrado y ella una leona muy hambrienta.

Y apareció él. Dylan. Lo había visto antes sentado en la mesa junto a los chicos del equipo de fútbol.

D: ¿Qué está ocurriendo aquí?

Tras un largo silencio, le dije.

J: Nada, aquí tu chica.-dije recalcándo esta última palabra.- que se está haciendo falsas suposiciones sobre mi.
K: ¡Me ha llamado imbécil! -dijo haciendose la falsa ofendida.
D: ¿Es eso verdad? 
J: Si, pero ella me ha llamado lesbiana. 
K: Te he llamado lesbiana porque los chicos no te gustan ni piden salir contigo. Y porque quiero que dejes en paz a mi novio.
J: Escucha una cosa, Katherine; ni me interesa salir con nadie, ni me interesa tu chico, y lo principal, no me gusta ir zorreando con todo chico que se me cruza por delante...como otras.
K: Pero serás...-pero se calló y se marchó de allí junto a sus amigas.

Tuve una gran sensación de felicidad cuando ella se fue. Me di cuenta de que Lucy y Lilly se habían marchado. Ahora tan sólo quedábamos él y yo.

J: Siento el numerito...ya sabes, con tu chica.
D: Tranquila, es común en ella montar todas estas escenas ¿tú estás bien?

Espera, espera...¿Dylan preocupándose por mi? Debo estar soñando.

J: Sí...bueno, estoy acostumbrada. Intentaba ayudar a mis amigas. Sólo eso.
D: Bien. Bueno, pues me alegro entonces. Hasta luego, Jannie.

Me quedé sola. Repitiendo en mi cabeza cómo sonaba mi nombre de sus labios. Era tan...sensual, tan erótico...pero espera Jannie, Dylan no te interesa, se lo has dejado bien claro a la idiota de su novia, Katherine Gibbs. ¿Por qué entonces me había quedado embobada cuando ha dicho mi nombre? 

Definitivamente, me odiaba a mi misma.






3 de enero de 2015

Capítulo 6. ¡Qué noche la de aquel día!

Ahí los tenía, otra vez. Enfrente mía.

Sin dejar de tocar, con todos los gritos alrededor. Era todo un sueño. Un sueño hecho realidad.
No podía dejar de mirarle. Era él. George Harrison. El hombre a quien más admiraba en todo el planeta. Lo amaba como no amaba a nadie, pero bien sabía que era un amor imposible y platónico, ya que nunca podría estar ni un minuto con él.

Los minutos pasaban, y estaba llegando, desgraciadamente, el final del concierto.

De repente, los gritos iban cesando, la música iba desvaneciendo...anunciando el final.
Y, simplemente, pasó. Todo acabó.

La gente salía rápidamente del recinto,

Lu: ¡HA SIDO INCREÍBLE! -gritó.
Li: Creo que nunca he estado tan feliz como ahora mismo. -dijo soñadora. ¿Y tú, Jannie? Estás...estás como...ausente ¿qué pasa?.
J: Nada chicas, sólo que estoy...-no digas nada, estúpida.-dije para mi misma.- Sólo que estoy, en shock.

Mientras Lilly y Lucy salían de allí y hablaban sobre cómo había transcurrido el concierto, me quedé quieta en aquel lugar. Recordando todo lo transcurrido hace apenas unos minutos. El concierto, los gritos, mi guitarrista favorito y...bueno, aquel inesperado beso. ¡Y qué beso!
Suspiré, aquel día había sido más que fascinante. Y me dispuse a salir de allí.

Íbamos las tres, cantando por las calles de vuelta a casa. Todo era felicidad para Lilly y Lucy. Iban absortas en sus pensamientos. Decidí dejarles un poco de 'intimidad'. Me encendí un cigarro mientras llegábamos a casa de Lucy.

Pero...a la vuelta de la esquina, se divisaban unas sombras. Y entre una de ellas, una muy pero que muy conocida para Jannie.

Era él. Otra vez él. No, no podía ser. Quería olvidarse de él, de lo que pasó en el concierto, de lo que pasaba cuando estaba cerca de él...no, se negaba.

Li: Mira Jannie, es Dylan.-dijo con tono chulesco.
J: ¿Y? Ni que fuera nada del otro mundo.-me hice la ignorante.
Lu: ¿Ese es el chico del que todas hablan en la universidad? Vaya, pues no está nada mal.
J: ¡PARAD!-grité.

No. No quería verle. No quería oir hablar de él.

Pero tenía que correr ese riesgo. Puesto que iban a la misma universidad, y sus respectivas clases estaban muy cercanas.

Pasaron por delante de él. Pero no estaba solo. Charlaba con unos amigos en un coche totalmente nuevo.

Sólo se oían risas.

Pasé por delante de él. Y sin quererlo, él se giró para verme. Le di una calada al cigarro. Y entonces lo vi. Vi su mirada de deseo. Vi su sonrisa.

Le sonreí. Y seguí andando con las chicas.

Li: Emmm, Jannie...creo que vamos a tener problemas. -dijo con un tono preocupante
J: ¿Qué pasa, Lilly?.-le pregunté sin hacer mucho caso

Vi como Lucy se había quedado callada de repente y con los ojos muy abiertos. En la puerta de su casa estaba su padre. Con cara de pocos amigos, mirando fijamente a su hija, Lucy.

Debía ayudarla.

Lu: ¿Qué voy a hacer Jannie? ¡La he liado! No voy a salir de casa en lo que me queda de vida.-dijo sollozando.
J: Tranquila Lucy, lo vamos a explicar todo. Y yo estaré contigo en esto.

Lucy entró llorando en su casa. Su madre y ella se fundieron en un gran abrazo. Estaban muy preocupados por ella, ya que habían entrado en su habitación y no estaba.

J: ¿Puedo pasar? Necesito aclararlo todo con usted.

Entré en su casa. Fuimos todos al salón y nos sentamos en los sillones.

Padre: ¿Me puede explicar alguien que es todo esto?.-dijo enfadado.

Hubo un silencio.

J: Por favor, no sea malo con Lucy. Ella no tiene culpa de nada, todo ha sido por mí.
P: Exijo saber qué es lo que ha pasado. Lucy...-la miró duramente.

Ella se echó a llorar. No podía más.

J: Verá, hemos...hemos ido a...un concierto de The Beatles.
P: ¿¡DE THE BEATLES!? Lucy, te prohibí que escucharas esa música. 
Lu: Pe..pero papá...
P: No hay nada más que hablar. Sube a tu cuarto, enseguida.

Ella subió, llorando. Era muy duro que su propio padre le prohibiera escuchar a esos cuatro chicos.

Su madre quiso calmar la situación.

Madre: Edward, cálmate por favor.

E: ¿Cómo ha sido?

J: Yo lo ideé todo. Le ayudé a escapar. Venga vamos, era su sueño. No puede prohibirle eso a su hija.
E: Es mi hija y tengo todo el derecho a obligarle y a prohibirle lo que quiera.
J: Está bien. Pero recuerde una cosa. Su hija crecerá, se irá de casa, será libre....se arrepentirá y ya será demasiado tarde para recuperarla. 

A todo esto, Lilly y yo salimos de allí.

Li: ¿Qué vamos a hacer, Jannie? ¡No podemos dejar a Lucy así!
J: No lo sé, Lilly. Pero una cosa tenemos que hacer.
Li: Pero ¿el qué?
J: Sacar a Lucy de allí.

Y a partir de ahí, cada una caminando hacia sus casas, decidieron que desde ese mismo momento, sus vidas iban a cambiar.

22 de septiembre de 2013

Cap. 5 El concierto (II)

Y allí estaban. Corriendo por el pasillo que les llevaba hacia el escenario. Radiantes, sonrientes…con ganas de empezar.

El público empezó a enloquecer, a gritar, a chillar, a saltar...era todo una auténtica locura.
Casi que no se les podía oír. Solo un pequeño chirrido de guitarras y de platillos. 

Me estaba empezando a dar un gran dolor de cabeza. Fue entonces cuando reafirmé el rumor de sus conciertos; gritos, gritos, y más gritos de niñas alocadas.

Empezaron a tocar su más que famoso Twist & Shout que, sin embargo, era más conocido por ellos que por sus propios autores.

Y los gritos seguían. No paraban. Cada vez eran más intensos y casi que no se escuchaban ni sus voces.
Tras un poco de rock and roll, vinieron unas cuantas baladas, más lentas, y los gritos cesaron, pero no por ello terminaron, algo que, agradecí.

Entonces, Paul empezó a cantar Till There Was You.

There were bells on a hill
But I never heard them ringing
No, I never heard them at all
Till there was you
...

Entonces ocurrió. Sin saber de qué manera, mis ojos se clavaron en él. En aquel chico de la fila de enfrente. Justo el mismo sitio que el mío, pero en el lado contrario.
Y así nos quedamos varios minutos. Mirándonos, sin saber que ocurría alrededor. Mientras la música sonaba y esa letra, esa canción...¡DICHOSA CANCIÓN!...dichosos esos ojos que se me clavaron en el alma.

De todos los asientos, de todas las filas del teatro, tenia que estar él allí. Maldito Dylan. Malditos tus preciosos ojos. Maldita tu sonrisa...

Agaché la mirada. No podía más.

J: Voy un momento al baño, enseguida vuelvo. -le dije a Lilly, que estaba gritando y saltando al ritmo de los cuatro de Liverpool.
Li: Vale vale, te guardo el sitio.-dijo.

Salí de aquel recinto y andé en busca del baño. Aquello estaba un poco oscuro, pero con la suficiente luz para saber por donde andabas. El edificio era digno de una película de terror. De condes que son vampiros, de prepotentes ricachones que viven solos y aislados en su propia mansión...


Iba caminando, cuando de momento un brazo fuerte y musculoso me enganchó por los hombros y me condujo rápidamente a un rincón del vestíbulo.
Quise gritar, pero esa mano fuerte se aseguró de que no lo hiciera tapando mis labios con la palma de sus manos mientras intentaba escapar de esa persona.

Cuando por fin salí de entre esos fuertes brazos y darme la vuelta para ver quien era esa persona anónima...y entonces lo vi.

J: ¡Pero qué haces pedazo de imbécil, menudo susto me has dado! -dije con furia.
P1: Vaya, no pensaba que la gran Jannie Lane tuviera miedo de la oscuridad -dijo con un tono de burla.
J: Ja, ja, ja...eso es completamente mentira. Yo no le tengo miedo a nada.- dije con chulería.
P1: Pues a pesar de tu temblor y tus gritos pensaba lo contrario.
J: A ver Dylan, ¿que parte de "no le tengo miedo a nada" no has entendido? -le grité.
D: Vale, lo siento -dijo agachando la cabeza. Sólo quería darte una sorpresa. -dijo mientras se le ponía una sonrisa encantadora en la cara...y por dios, que sonrisa.
J: De acuerdo, no pasa nada. Pero como vuelvas a tocarme otra vez así te aseguro qu...-intenté terminar la frase cuando de repente sentí sus labios sobre los míos. Saboreándolos cual dulce néctar y al que correspondí. Pero al segundo volví a la realidad, y sin pensarlo le di un fuerte bofetón en la cara, hasta que salí corriendo de ese oscuro lugar.

D: No te me vas a escapar, Jannie Lane -dijo con una sonrisa pícara.

Conseguí llegar hasta los aseos. No había absolutamente nadie, cosa que agradecí. Necesitaba estar en esos momentos sola.
Me apoyé en la barandilla donde estaban los lavabos con la cabeza baja, abrí el grifo y me lavé la cara, así queriendo conseguir quitar esos pensamientos de lo anterior ocurrido con Dylan. Me miré en el espejo durante unos segundos.
¿Por qué ese tipo me había besado? Sus labios carnosos sobre los míos, sus manos rodeando mi cintura...y por favor, cómo besa.
¿Por qué a mi? Teniendo a todo un séquito de mosquitas muertas detrás de él...tenía que ser yo.

J: Tranquila Jannie Lane, seguro que todo esto ha pasado por causa de la emoción del momento. Con The Beatles a pocos metr...dios mío, y yo aqui metida todavía en el baño -pensé mientras salía corriendo de los baños.

Llegué hasta las gradas. Y divisé a lo lejos donde se encontraban Lucy y Lilly. Una imagen tierna vino sobre mi cabeza al verlas, las dos abrazadas llorando mientras tarareaban All My Loving. 
Sin dejar de mirarlas, me dirigí hacia mi asiento. El día estaba siendo una locura; el plan de Lucy, el concierto, el inesperado beso...¿qué más quedaría?



16 de julio de 2013

Cap. 4. El concierto

Dejé a Lucy en su casa. El plan estaba hecho y no había nada que perder.
Me fui caminando sola a casa. Y allí, frente a la puerta, me encontré con Dylan. Íbamos a la misma universidad, era el popular, el que traía locos a todas las chicas. Vamos, el típico galán de la universidad que salía con la más guapa de las animadoras. Pero menos mal que eso pasaba en las películas americanas ¿o no?. - reí.

No me detuve a mirarle. Bajé la vista para buscar las llaves de casa en los bolsillos de los pantalones de pitillo que llevaba. El silencio se apoderó de aquel momento, hasta que me atreví a decir.

J: ¿Qué haces tú aquí, en mi casa? -le dije sin ningún escrúpulo.

Él agachó la mirada. No me daba muy buena espina.

D: Bueno, sé que The Beatles dan un concierto hoy en la ciudad y me preguntaba... -contestó.
J: No te preocupes, lo sé todo. Tengo MI entrada. Y ahora si no tienes nada más que decirm..-no me dejó terminar y dijo.
D: ¡JODER, QUÉ BORDE! -gritó. Tan solo había venido a pedirte que si...que si te apetecía acompañarme al concierto -dijo casi susurrando.

Me quedé asombrada ante la propuesta. El chico más guapo y popular de la universidad diciéndome a mí, a Jannie Lane, que fuera con él al concierto.

Bajé de la nube en la que me había subido durante un momento, y le contesté.

J: Lo siento, ya voy a ir acompañada de alguien. -dije.
D: Entonces...bueno...¿te veré allí entonces? -preguntó algo nervioso y con un poco de timidez.

Me volví a abrir la puerta de mi casa mientras que Dylan se marchaba. Algo dentro de mí me decía que le hubiera podido decir que sí a la propuesta de aquel chico tan guapo, popular...pero a la vez era la persona más egoísta, rastrera y idiota de toda la universidad.
Me giré con disimulo y vi cómo Dylan se subía en su coche, totalmente nuevo. Se lo habría regalado su padre, puesto que era dueño de una famosa marca de automóviles. Niños de papá, qué suerte.
Vi algo en su rostro al subir al coche. Pero no quise hacer mucho caso. Entré al final en casa.

Mi madre seguía, como siempre, escuchando esa dichosa novela en la radio. Así que, directamente, subí a mi cuarto.

Ya eran casi las 19.15. Así que empecé a arreglarme para el concierto.

Cogí la primera camiseta que vi, unos pitillos de color negro y un cinturón a juego, y unas sandalias que tenía sin estrenar. Me miré por un momento en el espejo que tenía en un rincón de la habitación.

No me lo podía terminar de creer. Un concierto. UN MALDITO CONCIERTO. De ellos, las cuatro personas que cada día me hacían más feliz, y que este día, era eternamente el mejor de todos ellos.

Seguía contemplándome en ese espejo, subida en una nube. Y no pude evitar pensar en lo ocurrido hace menos de una hora. Dylan...¿qué le trajo a ese ser egoísta hasta mi casa para pedirme que fuera con él, si...CON ÉL, al concierto de The Beatles, cuando tenía a toda mujer bajo sus pies? -me dije a mi misma.

Sonó el timbre. Era Lilly. Supongo que vendría a recogerme para ir cuanto antes a hacer cola para el concierto. Subió a mi cuarto.

L: ¡Jannie...estás...estás preciosa! -dijo casi gritando de la emoción.
J: ¿Tú crees? -dije.

Lilly se detuvo a observarme más detenidamente.

L: ¡Jamás pensé que fueras tan preciosa, me das envidia! -gritó.

Se hizo de nuevo el silencio.

No estaba segura si debía hacerlo, si debía contarle a Lilly, mi mejor amiga desde la infancia, la persona en la que más confiaba, que Dylan había estado allí, en mi casa...Y QUE ME HABÍA PEDIDO IR CON ÉL AL CONCIERTO.
Por un momento, dudé. Pero lo hice. Debía de hacerlo.

J: Lilly...tengo que contarte algo. -susurré.
L: Vamos...suelta por esa boquita, me tienes intrigada con esa cara que se te ha quedado. -dijo con tono de burla.

Le conté a Lilly todo. La pequeña conversación que tuvimos delante del portal de mi casa. Lo que me propuso, y cómo le rechacé.
Al principio, ella no se lo creía. Las dos pensábamos lo mismo de esa persona, de ese ser cruel y egoísta, pero a la vez había algo que le hacía encantador. Ya por eso es por que tenía a todas las chicas rendidas a sus pies.

J: Bueno, olvidémonos de todo. Tengo todavía que ir a recoger a alguien. Forma parte de un plan. -dije mientras iba a por mi cazadora de cuero para salir de casa hacia el paraíso...el concierto.


Lucy estaba en su casa. Nerviosa, ya que era la primera vez que hacía esto, mentir, mentir a sus padres, desobedecerlos. Sabía que si la pillaban su castigo iba a ser duro, no salir en lo que le queda de vida de casa.
Oyó como su madre la llamaba desde bajo de las escaleras para que bajara a cenar. Y así hizo. Así comenzaba el plan. Y pasaba a la acción.

Una vez la familia estaba sentada, y la comida en la mesa, le vinieron muchas cosas a la cabeza. El miedo la tenía aterrorizada. No era capaz de hacerlo, pero tenía que hacerlo. Tenía que ver a aquellos cuatro chicos, era una única oportunidad, ya que después se marcharían a diversas ciudades europeas lejanas de su querido hogar, Inglaterra.

El estómago empezó a revolverse. No sabía que decir, ni como hacer. Pero algo le dijo que era hora de hacerlo.

L: Mamá...creo que no voy a cenar hoy. Me encuentro terriblemente fatal. -mintió. Me voy a la cama, por favor, no me molesteis en toda la noche. Sé cuidarme sola, lo prometo. Se me pasará. -dijo agachando la mirada y yendo hacia su cuarto subiendo las escaleras. Mientras, una gran sonrisa leve se le dibujaba en la cara. Ahora, sabía que venía lo más difícil.

Sus padres parecieron no hacerle mucho caso. Al fin y al cabo parecían algo cansados. El padre de Lucy trabajaba media jornada en una fábrica y en su tiempo libre se ocupaba a hacer de manitas en la casa, o se iba con sus amigos al pub que estaba a una manzana de su casa.

Se vistió rápidamente. Eran las 19:55 y Jannie estaría a punto de llegar.
Mientras esperaba, se sentó en un borde de la cama. Se acercó un momento a la estantería, y cogió un libro con una tapadera de terciopelo de color lila. Su tacto era suave, y por lo que parece, era bastante importante para ella.
Lo cogió y lo acarició, mientras unas lágrimas asomaban por sus ojos.

De repente se oyeron unos golpecitos en la ventana. Se asomó. Era Jannie, que estaba tirando piedrecitas a la ventana para avisar que ella estaba allí, y que bajara para ir cuanto antes a hacer cola.
No estaba muy segura de mi misma. Era una auténtica locura. Me agarré bien fuerte, salté al árbol que gracias a todo, estaba muy pegado a mi ventana. Trepé hasta el tronco principal, y bajé. Ahora todo había pasado. El miedo...ahora todo era ilusión en su cara, deseo...deseo de poderlos tener cerca, tenerlos tan cerca y a la vez tan lejos. Pero no le importaba.

J: ¿Ves? No era nada, tonta. Ya está todo hecho. -le señalé mirando hacia otro lado y encendiéndome un cigarro antes de el concierto, ya que iba para largo toda la noche.
Li: Bueno ¿a qué esperamos? ¡Los cuatro chicos más famosos del mundo nos esperan para verlos! -gritó Lilly.

Lucy parecía algo tímida, pero simpática a la vez.

Durante el camino fuimos hablando de nosotras, de la vida en la universidad, de la cantidad de exámenes que se nos avecinaban...hasta que sacaron ese dichoso tema, los chicos.

Dylan, Dylan y más Dylan. Se le va a gastar el nombre de tanto decirlo. Retrocedí unos pasos, dejando que las dos, Lilly y Lucy, fueran delante hablando de aquel tipo, además, se acababan de conocer. Estaba completamente en una nube, era oír ese nombre y venirse todo el mundo encima. Pero no porque me causara algún tipo de sentimiento agradable ¿o sí? quizás no quería reconocerlo. Toda clase de preguntas asaltaron a mi cabeza cuando noté que alguien me seguía. Pero no hice mucho caso y volví con las chicas.

Una vez en la cola, sacamos las entradas. Las dimos al encargado que estaba en la puerta. Y entramos dentro del estadio. Buscamos un buen lugar, donde los pudiéramos ver bien, e incluso escucharlos en cierta manera, aunque sus conciertos eran más conocidos por los gritos del público que por su propia música.

Aún quedaban como unos 7 minutos para que salieran ellos. Lilly y Lucy seguían hablando de los mismos temas que antes, cuando veníamos hacia aquí.
Así que les dije que iba un momento a comprar unos refrescos al mini kiosko que habían abierto dentro del estadio. Les pregunté si querían algo, y me pidieron un par de refrescos para ellas.

Fuí al kiosko. Pedí los kioskos, y justo antes de ir a pagar, una figura masculina, de la misma edad que yo se posó a mi lado, con su mirada atenta a mí. Fui a pagar, pero entonces ocurrió...me giré, lentamente, y era él, Dylan.
Y efectivamente, pagó antes de que yo lo hiciera.

D: Invito yo a esta señorita tan guapa, tome...cóbreselo de aqui. -dijo entregándole unas cuantas monedas.
Nos quedamos mirándonos el uno al otro. Sin saber que decir. Sin pronunciar ni una mísera palabra.
Una leve sonrisa se dibujó en mi cara, como dándole las gracias por ello.
Volví a mi sitio, con las chicas. El público estaba casi enloqueciéndose, y eso que aún no habían salido ellos. Pero estaba llegando el momento, en escasos segundos ellos estarían ahí, justo enfrente de nosotras, dándolo todo, dándonos su música, su emoción...haciendo latir miles y miles de corazones al mismo tiempo. Porque solamente, en este mismo momento, solo podían hacerlo cuatro personas en todo el mundo; John, Paul, George y Ringo.






P.D: Quise poner en este capítulo ya todo el concierto, pero me pareció excesivamente largo, y por eso he decidido partirlo en dos partes. El próximo capítulo ya será todo el concierto, y a partir de ahí, la base de toda la historia. Espero que os haya gustado y siento de veras haber tardado tanto en escribir otro capítulo. 

3 de mayo de 2013

Cap. 03 El plan.

Y llegó el gran día.
Más o menos había pensado lo que íbamos a hacer para que Lucy pudiera ir al concierto.

El concierto era a las 20.30, así que teníamos poco tiempo para planear la salida. Después de comprar la  entrada acompañé a Lucy hasta la puerta de su casa. En verdad la acompañé porque me pillaba de camino de vuelta a casa.

J: ¡Hasta mañana, Lucy! -exclamé.
L: Hasta...mañana. -suspiró Lucy.

No podía creerlo. Tenía una maldita entrada para ver en directo a los cuatro chicos más fantásticos del mundo. En vivo y en directo, a pocos metros de mí.

Llegué a mi casa.
La vieja radio de mi madre estaba sonando. Escuchando la misma novela de siempre.

A todo esto, mi madre aún no sabía nada del concierto. Decidí decírselo.

J: Mamá, verás...The Beatles dan un concierto...en la ciudad...y...-intenté explicarle.

No me hizo caso.

J: Bueno, no me esperes mañana para comer.

Subí a mi cuarto. Y como siempre, me aislé de todo el planeta. Cogí mi guitarra, y me quedé tocando hasta tarde.

A la mañana siguiente fuí a casa de Lucy.

Llamé a su puerta. Su madre abrió.

Madre: ¡Hola! Tu debes de ser la nueva amiga de Lucy ¿verdad? -dijo con una gran sonrisa en la cara.
J: Muy buenas, sí..bueno..eso debe ser. ¿Está Lucy?
M: Adelante, pasa. Ella está arriba, en su cuarto.

Subí.

Lucy tenía una casa totalmente distinta a la mía. Más hogareña. Más...familiar.
Me recibió en su cuarto.

Era fantástico. Estaba empapelado de recortes de revistas con fotos de The Beatles. Con una vieja foto suya de cuando tenía 5 años vestida como Audrey Hepburn en Desayuno con Diamantes.
En una esquina tenía un pequeño tocador con un gran espejo. ¡Qué vintage!

J: Buenos días, Lucy! -le dije mientras le daba un abrazo.
L: Preocupada Jannie, no puedo más..¡VOY A EXPLOTAR!..¿Has pensado algo? -me dijo con un tono preocupante.
J: Tranquila, lo tengo todo pensado. Esta noche, a las 8.00 te paso a buscar bajo tu ventana.
L: Y...y..¿y yo?¿qué hago?
J: Tan solo tienes que fingir que estás enferma. Que te vas pronto a la cama y que quieres estar sola, sin que te moleste nadie. Entonces, es cuando pasaremos a la acción. 

Este plan era un poco complicado. ¿En qué cabeza cabe que baje una persona desde un segundo piso por un árbol hasta el suelo? Solamente a mí, la gran Jannie Lane, experta en escapar del mundo que me rodea.

L: V..vale. Está bien pero ¿y mis padres?. -preguntó.
J: Ese es el plan. No van a molestarte para nada.-contesté con total seguridad.

Se hizo la hora de comer.

J: Vamos, te invito a comer al centro. -dije.
L: Ok, entonces...que sea lo que The Beatles quieran...-suspiró saliendo de su habitación.

Fuimos a comer a un Fish&Chips nuevo que habían abierto en el centro de la ciudad. El reloj iba avanzando. Al terminar, cada una nos fuimos a nuestras respectivas casas, pero Lucy se detuvo ansiosa ante un escaparate de confitería donde unos dulces y recién hechos croissants se sobresalían de aquel escaparate y entró de inmediato a comprarselos. Dentro había una cola tremenda.

Mientras, yo me quedé fuera esperando. Me encendí un cigarro.

Lucy salió. Y volvimos a casa.
Ahora tan solo quedaba esperar la hora exacta para comenzar nuestra fuga.
Nuestra fuga hacia el paraíso.

16 de noviembre de 2012

Cap. 02 La Beatlemanía.

Al día siguiente decidí ir a por las entradas antes que nadie. Fuí a primera hora de la mañana, no fuera que me quedara sin ninguna entrada, ya que sabiendo quienes eran The Beatles...era de suponer.
Hacía frío.
Me puse el gorrito y los guantes, y salí de casa.

Jannie: ¡Ya volveré, mamá! -grité cerrando la puerta.
Madre: Vale, pero no tardes.

Iba andando por las calles de Brighton. De mi casa al centro de la ciudad había un trayecto un poco largo, pero se hacía ameno si ibas rápido. 
Toda la ciudad estaba repleta de carteles anunciando la llegada de los Fab Four. Todas las tiendas comenzaban a sacar el merchandising para vender a sus fanáticos. 

Yo sabía que nunca...NUNCA, esa palabra que me parecía tan imposible, iba a poder tener algo de ellos, y se me hacía duro.
Tenía un par de vinilos, y la guitarra. Nada más.

Pasé, casualmente, por delante de la playa, una de las más famosas de toda Inglaterra.
Me quedé mirando el horizonte. El sol estaba saliendo y, de repente, me di cuenta de que estaba viviendo una de las cosas más hermosas que había presenciado nunca.

Enfrente mía, ví a una niña. Tendría más o menos mi edad, creo. Tenía el pelo castaño, unos ojos preciosos y..parecía un poco triste.
Me acerqué, y me quedé sorprendida al ver que llevaba un vinilo de The Beatles en las manos.

J: Hola, soy Jannie -le dije.
Chica: Hola...-me dijo muy secamente.
J: Veo que te gustan The Beatles...¿vas a ir al concierto? -pregunté mientras me encendía un cigarro.

Se hizo un gran silencio. 

Chica: Yo.. yo me llamo Lucy. -tartamudeó
J: ¡Lucy! Es un nombre muy bonito. Yo soy Jannie, y también me gustan los Fab Four. 
L: Y a mí, pero... -murmuró con timidez

J: Pero...¿y? -contesté bruscamente.

Entonces se levantó. Miró hacia el mar y se giró hacia mí.

L: Tengo la entrada para ir al concierto pero mis padres me prohiben ir, lo siento. -dijo entre lágrimas
J: ¿Eso es lo que te preocupa? ... ¡Lucy, tu te vienes conmigo al concierto! -grité.
L: No.. no creo que me quiten esa prohibición. Gr..gracias Jannie, pero es imposible para mí. -dijo.
J: Bah, tú te lo pierdes... -dije mientras apagaba el cigarro.

Me levanté y me fuí a seguir el camino que aún me quedaban. 
Cuando no había hecho ni medio recorrido, oí una voz.

L: Esperame, almenos. -gritó Lucy.

Me giré, y era ella, Lucy. 

J: Llegas tarde, espabila. -respondí quedándome quieta para esperarla.

Lucy me acompañó a comprar las entradas. Por el camino me contó como se siente, como desea ir a ese concierto.
Yo le propuse algo, era bastante difícil, pues se trataba de ella, no de mí. Era bastante rebelde, y no me importaba mucho lo que otros me dijeran. 
Así que le hice un plan; tendría que fugarse de su casa para ir a ver a The Beatles.

Llegué a la taquilla.

J: Una entrada para el concierto de The Beatles, por favor. -exclamé.
Srta: Son 25.43 £, por favor. -dijo la señora que estaba vendiendo las entradas.
J: Muy bien, aqui tiene.. Hasta luego! 

Pagué la entrada y...ya era mía. La sentí, sí. Un rápido escalofrío recorrió todo mi cuerpo. 
Estaba viviendo ese momento.. ese mísero papel significaba tanto para mi..

Quedé con Lucy al día siguiente para que viniera a mi casa. Así charlaríamos, escucharíamos música y.. procederíamos a planear la escapada para ver a los genialosos y elegantes Beatles.


 



11 de noviembre de 2012

Cap. 01

Volví a casa. Era ya muy tarde y estaba segura de que iba a haber bronca en cuanto llegara.
Mi madre, era la típica que estaba todo el día pendiente de lo que hacía su hija, una buena guardaespaldas y protectora. 

Empezó a llover, muy típico de Brighton. 

Eché a correr, aún quedaban como unos 5 o 6 minutos para llegar a casa, y llegué.

 Mi madre, como siempre, estaba esperando junto a la puerta mi llegada. Abrí la puerta, y la ví allí, de pié...esperando a que dijera algo. Y entonces dijo:
  


Madre: Srta. Jannie Lane, que sea la última vez que vuelve usted tan tarde de la universidad a casa. - refunfuñó.

J: Sí, mamá. - dije asintiendo con la cabeza 

Subí a mi cuarto rápidamente y dí un gran portazo. Fuera seguía lloviendo.
Cogí mi guitarra, me senté junto a la ventana y empezé a rasgar las cuerdas con mi púa favorita, la que Lilly, una de mis mejores amigas desde la infancia, me había regalado en mi decimoctavo cumpleaños.

Pasó como media hora, y yo seguía allí, junto a la ventana. Observaba la lluvia, y como es normal, una siempre se pone melancólica cuando ve llover. 
Sonó el teléfono. Era Lilly.
Todas las tardes solíamos quedar, pero estaba lloviendo. 

J: Diga?. - contesté.
L: ¡Hola Jannie, soy Lilly!. - contestó ilusamente.

Parecía que tuviera que decirme algo importante. Su respiración era bastante tensa.

J: ¿Qué pasa? ¿Ha ocurrido algo? -pregunté.
L: Jannie, no te lo vas a creer pero...¡The Beatles van a dar un concierto en la ciudad! 

Entré en estado de shock. The Beatles eran la definición de música para mí. Mi grupo favorito. Los que más apreciaba y sentía. 

J: Pe..p..pero qué dices? - murmuré quedándome sin tono de habla.
L: ¡Como oyes, así que ya puedes ir ahorrando dinero para comprar la entrada!

El padre de Lilly era ingeniero técnico. Supongo que se enteraría por su parte.  Su padre, el señor Steve, era un gran admirador de la música. Pero, al contrario que yo, era más admirador de los Rolling Stones, recuerdo que cuando iba a casa de Lilly, siempre terminábamos en una divertida discusión sobre las dos bandas.

Así que, destapé mi viejo tocadiscos. Intacto, perfecto...y de color verde pistacho como el primer día que lo compré.  Fuí a mi estantería, donde un montón de libros viejos, recuerdos,  souvenirs y viejos vinilos que estaban empolvados del tiempo.

J: Volvemos a vernos, viejo amigo... - me dije a mí misma.

Destapé uno de mis preciados tesoros, el vinilo de With The Beatles. Lo saqué de su funda y lo coloqué en el tocadiscos. 
Empezó a sonar la primera canción. 
Me encendí un pitillo mientras lo escuchaba. Mientras tanto, allá fuera seguía lloviendo, y yo...pensando en lo maravilloso que puede ser el mundo.